Mi patio está repleto de mariposas.
Mi gata descubrió que puede saltar alto y llegar a la medianera y así, irse de paseo por ahí. Por lo tanto recién llegué de la calle y no estaba. No está, en este preciso instante. Siempre que se fue, hasta ahora, volvió. Esto me hace pensar que esta vez será igual, por esto mi aparente tranquilidad.
Y mi patio, está repleto de mariposas.
Miro hacia el cielo, buscando en los balcones de mis vecinos a ver si la veo a Simona y ahí es cuando me encuentro con las miles de mariposas naranjas.
Interrumpo está escritura porque suena el teléfono, es mamá, pregunta por la desaparecida y entonces vuelvo a salir y a mirar hacia arriba. Ahí está, asomada por la escalera de servicio de mi vecino (ese que no es muy ameno). La puteo un rato como si me entendiera y salgo al pasillo con un cascabel. Es casi automático, yo hago sonar el cascabel y ella aparece. Siempre.
Mi tranquilidad ya no es aparente, ya es certera.
Y vuelvo a salir a mi patio y sigue repleto de mariposas.