18/2/14

Suerte

Me puse las zapatillas por las dudas. El por las dudas se hizo lluvia y me empapé de pies a cabeza. O de cabeza a pies, porque la lluvia – por lo menos por ahora – viene desde arriba.
La lluvia trae suerte me dijo la señora A.
La señora A tiene algo que hace que yo le crea ciegamente. Tal vez, porque directa o indirectamente ella, la señora A, es responsable de mi suerte. Bah, de mi fortuna, más que suerte, de mi sonrisa de cada mañana. La señora A comparte conmigo uno de sus mayores logros. Ese logro, es parte de mi mayor felicidad.
Ella, me contó que cuando era más joven y llovía, se ponía las botas, tomaba un paraguas y salía a caminar bajo el agua.
Entonces, voy a tomar como predicamento que la lluvia trae suerte. Voy a llevarlo conmigo y cada vez que empiece a llover, voy a mirar al cielo y voy a sonreír. Voy a tomar mi paraguas y a ponerme mis botas y a salir sin tanta queja húmeda y ceño fruncido.

Porque además, después de la lluvia, indefectiblemente, en algún momento, siempre sale el sol.

                                                           Llueve

21/1/14

Pies

Mis pies.

Mis pies delgados y pequeños. Mis pies están enamorados. Están enamorados de otros pies. Unos que son más grandes (no tanto) y son más anchos (no tanto).

Ese otro par de pies –por fortuna- está enamorado de mis pies. Ellos se enriedan  por las noches; se acarician mientras ven una película; bailan unos frente a los otros, chocándose y siguiendo el mismo ritmo. 

Son como gemelos enamorados de gemelos.

Están enamorados y eso los hace felices. Andan con paso firme y saben hacia dónde van y a dónde quieren llegar.


Mis pies y los pies con los que se aman, ya comenzaron a caminar el mismo camino.