31/8/09

Se oyó a un mortal preguntar de qué color debería ser la vida

Seguramente debería ser amarilla-anaranjada, respondió alguien mientras lo miraba fijo a los ojos. Amarilla-anaranjada como cuando el sol comienza a desperezarse por la mañana y rellena cada hueco oscuro con luz y estira sus brazos-rayos hasta tocar cada semilla que despierta y el calor se apoya sobre los hombros de cada chica en musculosa que sonríe y en las manos de cada chico que intenta tomar con ellas un poco más de vida y de música.
Probablemente debería ser roja, dijo un hombre que pasaba por allí. Rojo como en el mismísimo instante en el que una nena vestida de margaritas abre su boca para morder un bocado de esa manzana que está hecha de palabras nuevas y de letras que se leen de atrás para adelante y de adelante para atrás con la misma ilusión con la que se mira un rojo atardecer.
Innegablemente debería ser color azul, exclamó la señora del sombrero con plumas. Azul como los sueños que sueñan formas grandes, tan grandes como la extensión del cielo. Sueños azules como la frazada Pallete repleta de agujeritos con la que me cubría en las noches de primavera mientras miraba y contaba las estrellas.
Factiblemente debería ser violeta, aseguró Don esquina. Si, si, violeta con mucho rojo y mucho azul bien mezclados. Violeta como el jopo enrulado que cae sobre el ojo izquierdo de mi doña cuando con media sonrisa mira sus pies para empezar a bailar un vals conmigo en el club del barrio.

En aquel momento interrumpí y dije: simplemente yo creo que la vida debería ser multicolor. Multicolor como el arco iris que se forma con el sol apenas se acaba la lluvia. Coloreada como las estrellitas que se encienden en navidad y que anuncian un cambio. Variopinta como el mapamundi que te enseña que allá afuera hay un mundo, un mundo colmado de colores. De flores de colores, de calles de colores. De paredes, ventanas, sillas, guitarras, fotos, canciones, almohadas, ideas, juegos, todo de millones de colores. Entonces, si me permiten elegir lo voy a hacer. Prefiero el multicolor.
ELIJO UNA VIDA MULTICOLOR.


Chau, me voy a vivirla.

26/8/09

Extraordinario Julio

Maravillosas ocupaciones

Qué maravillosa ocupación cortarle la pata a una araña, ponerla en un sobre, escribir Señor Ministro de Relaciones Exteriores, agregar la dirección, bajar a saltos la escalera, despachar la carta en el correo de la esquina. Qué maravillosa ocupación ir andando por el bulevar Arago contando los árboles, y cada cinco castaños detenerse un momento sobre un solo pie y esperar que alguien mire, y entonces soltar un grito seco y breve, girar como una peonza, con los brazos bien abiertos, idéntico al ave cakuy que se duele en los árboles del norte argentino. Qué maravillosa ocupación entrar en un café y pedir azúcar, otra vez azúcar, tres o cuatro veces azúcar, e ir formando un montón en el centro de la mesa, mientras crece la ira en los mostradores y debajo de los delantales blancos, y exactamente en medio del montón de azúcar escupir suavemente, y seguir el descenso del pequeño glaciar de saliva, oír el ruido de piedras rotas que lo acompaña y que nace en las gargantas contraídas de cinco parroquianos y del patrón, hombre honesto a sus horas. Qué maravillosa ocupación tomar el ómnibus, bajarse delante del Ministerio, abrirse paso a golpes de sobres con sellos, dejar atrás al último secretario y entrar, firme y serio, en el gran despacho de espejos, exactamente en el momento en que un ujier vestido de azul entrega al Ministro una carta, y verlo abrir el sobre con una plegadera de origen histórico, meter dos dedos delicados y retirar la pata de araña, quedarse mirándola, y entonces imitar el zumbido de una mosca y ver cómo el Ministro palidece, quiere tirar la pata pero no puede, está atrapado por la pata, y darle la espalda y salir, silbando, anunciando en los pasillos la renuncia del Ministro, y saber que al día siguiente entrarán las tropas enemigas y todo se irá al diablo y será un jueves de un mes impar de un año bisiesto.

J.C.

24/8/09

Re - cuerdos Vs. Con (o) cimientos

Si del saber se trata, difícil es llegar a conclusiones. La memoria nos juega malas pasadas y no siempre recordamos todo lo que abarca nuestra pequeña cabeza.
Cuando sabés algo, pero pasa un tiempo y te lo olvidás, ¿lo seguís sabiendo?
A ver, el recuerdo se sostiene de un conocimiento. Si yo recuerdo algo, es porque lo sé. Porque lo aprendí en algún momento. Porque pasé por esa situación o leí eso de lo que hablamos o alguien me lo enseñó.
Ahora, si en alguna circunstancia me hablan de aquello y yo no lo recuerdo, ¿ya no lo sé? o simplemente es un proceso interno de mi cabeza que no permite que yo vea algo que sé, que está ahí, pero que no puede salir a la luz… Si después de muchas pistas por fin recuerdo, ¿lo sabía? En el lapso en que no lo recordaba, ¿igual estaba al tanto o lo ignoraba? Si a pesar de los muchos indicios no logro recordarlo, ¿ya no lo sé más? Es un conocimiento que supe, pero que ya no existe?
Si alguien tiene la respuesta, dénmela a conocer. Y por favor, asegúrense de que la recuerde.

Maravilloso Jorge Luis

Todos los años en este día, busco para leer y, si es posible, para leerle a otros, algo de Borges.
Se que muchos lo consideran un viejo gorila, un aristócrata recalcitrante, un señor complicado y retorcido que escribía para ahuyentar sus fantasmas y ensalzar su ego y sólo le interesaba un público lector de elite.
Todo esto no le quita su genialidad.
Aprendí a leer a Borges en profundidad en la Universidad, a partir de estudiarlo y analizarlo a fondo.
Es hermoso para mí.
Me resulta perfecto lo que escribió y cómo lo escribió.
Y hoy, nuevamente un 24 de agosto, leo y comparto esto:


La suma
Ante la cal de una pared que nada
nos veda imaginar como infinita
un hombre se ha sentado y premedita
trazar con rigurosa pincelada
en la blanca pared el mundo entero:
puertas, balanzas, tártaros, jacintos,
ángeles, bibliotecas, laberintos,
anclas, Uxmal, el infinito, el cero.
Puebla de formas la pared. La suerte,
que de curiosos dones no es avara,
le permite dar fin a su porfía.
En el preciso instante de la muerte
descubre que esa vasta algarabía
de líneas es la imagen de su cara.


Maravilloso, maravilloso, maravilloso.

18/8/09

Viernes de frustraciones, martes de promesas

Salí de la oficina temprano, mi jefe se había ido para no volver. Feliz, porque además hacía un calor bárbaro y yo ya me siento de veranito. Caminé con mi amiga J por Florida y entramos a varios negocios. Yo estaba muy entusiasmada con llegar a la Av. Córdoba, tomar hacia la izquierda y encontrarme en la Alianza francesa con el Festival de la revista Llegás. Había varias cosas para hacer y lo que más me motivaba era verlo cantar a Gabo Ferro. J no podía venir conmigo, por lo tanto nos separamos en la esquina de las Galerías. Como estaba con tiempo, pasé a saludar, por su nuevo trabajo, a un amigo que no veía hace mucho tiempo. Para mi desconcierto y mi tristeza, no fui muy bien recibida. Por supuesto que muy sutilmente, pero para perceptiva nadie me gana. Con esa amarga sensación, me dirigí para la Alianza, confiada de que el festival cambiaría mi ánimo (ese que viene en picada hace un par de semanas). Pero no, algo peor me estaba esperando. Un señor muy muy alto, que vestía un traje muy corpulento y musculoso de tez morena, me paró y me dijo que si no había buscado mi entrada por anticipado, no podía entrar. No hubo cara de angustia que le valiera un renunciamiento. No entré, obvio. Di media vuelta y entre las veredas rotas de Córdoba y mi tristeza, no hacíamos una. Al llegar a Florida nuevamente, cometí el error de llamar a mi ex, práctica que suelo hacer cuando estoy de bajón y que casi nunca, me trae los resultados esperados. Es decir, buenos resultados. Así las cosas, me tomé el subte llorando, como en las viejas épocas, y me sentí infeliz y repetitiva.
¡No quiero repetir viejas malas mañas de tiempos pasados, no! El viernes que viene, prometo no llamar a nadie…

14/8/09

Mirame, mirame, mirame II

No me mires más.
Porque cuando lo haces,
siento que tu mirada atraviesa mi corazón.
Y eso arde.
Mucho.

13/8/09

Lo importante es competir

Di vuelta a la esquina acelerando el paso para alcanzarte. Al girar me di cuenta que no estabas, que nunca habías estado ahí, dando la vuelta. Volví sobre mis pasos y sentándome en el escalón de la puerta de la panadería, saqué libretita y birome de mi cartera. Me puse a escribir. Escribí palabras sueltas, desordenadas. Nada tenían que ver unas con otras. Apoyé la birome en el piso y me eché contra el vidrio sin dejar de mirar nunca las palabras escritas. Comenzaron a moverse. A bailar sobre la página. Se fueron acomodando en hilera hasta formar oraciones. Oraciones que luego fueron un párrafo. Y, en un instante, pude leer:

El amor no está a la vuelta de la esquina. Al amor cuenta encontrarlo. Es trabajoso descubrirlo y casi desesperante mantenerlo. Es exigente y a veces caprichoso. Es así. El amor no se deja fácilmente. No crea falsan expectativas ni te está pidiendo cosas inhumanas a cambio todo el tiempo. El amor está, existe. Lo que es difícil es darse cuenta dónde.

Guardé el anotador en mi cartera. Caminé los metros que me alejaban de la puerta del edificio dónde vivo. Entré en casa. Enchufé las lucecitas de colores y me puse a cambiar de lugar algunos de los móviles y de las guirnaldas que tengo. Puse música y me recosté en mi sillón viejo y setentoso. Miré el cielo raso y lo vi azul, como si pudiera ver más allá. Se llenó de estrellas luminosas y ese fue el momento en el que comprendí todo.
Sonreí con insolencia y me prendí un pucho…

Pucha, che!!!

Laburo todo el día para poder dejar mi eskabe en piloto, carajo!!!

(Y me dicen que por eso soy una derrochona...)

10/8/09

Complejo de hipo

Esperando la primavera, el invierno nos encontró en la esquina de Rosetti y El Cano durmiendo La Siesta.
Entre la multiétnia del lugar, la persona que más sabía sobre Colombia no era casualmente el colombiano, sino mi amiga M. Ella es el Larousse sobre Colombia (porque allí, no sólo te abren la puerta, también te la cierran).
Después de varias, varias Postales, partimos para el Bar en el que el secreto de su éxito es un canto a mil voces que nadie de los que te lo dicen, lo cantó. Algo así como la comercialización de ciertas sustancias non santas, pero níveas y angelicales.
Me encontré con el rey del Heavy Metal que con su gran sonrisa me hizo acordar de otras épocas, de esas en las que C y yo nos moríamos de la risa enganchadas en cualquier tipo de plan.
E no pudo contener sus espasmos involuntarios del diafragma y se acomplejó hípicamente (hípico de ella).

Fue una noche fría pero variada y animada; y de aprendizaje. Estoy tratando de aprender a pasar por todo esto con la mayor de las sonrisas y por eso, nunca dejo de esperar que llegue la primavera.

6/8/09

Aseveración

¿Habrá posibilidad de afirmar que el baño de mi lugar de trabajo es el territorio más frío del planeta?