2/2/12

El mismo amor, la misma lluvia

Llueve estridentemente, no es ninguna novedad. Simona maúlla el fin del mundo y escucho chapotear a mis vecinos cuando pasan por el pasillo frente a mi ventanal. En mi cocina hay albahaca fresca y su fragancia irrumpe en el lugar y se mezcla con el olor de la lluvia. Se mojó la alfombra pero no quiero cerrar las ventanas. Me gusta la mixtura de olores y sonidos de los días tormentosos. Pongo Café París a sonar y se complementa de modo perfecto. El viento hace volar mis cortinas rojas de flecos de seda y se parece a una falda de los años 50 que baila acurrucada a su par en el living de mi casa. Me levanto de mi banqueta por un momento y silbo un tramo de la melodía mientras doy medias vueltas y aleteo mis manos. Vuelvo a mi lugar y estornudo fuerte cubriéndome con las manos mi cara y sigo escribiendo. El gato chino que vive en mi repisa bendice la llegada de abundancia y yo creo que es un provocador utópico que alza su pata izquierda en señal de reyerta. Y el cartel de la puerta (rojo también, por supuesto) avisa para no traicionar, de la existencia de una (más que fértil, rudimentaria) poeta que decide escribir, los días de lluvia, cuando quiere confesar sus inclinaciones y sentir el aroma de la mixtura de la lluvia y la albahaca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

HERMOSAS COINCIDENCIAS.. estaré pasando por aqui :)

Anónimo dijo...

Lindo.