Te queda linda
la lluvia, me dijiste, y no dude ni un instante en tomarme de tu mano y saltar
el charco. Ese charco que dejó el chaparrón, pero que secó con el aliento de
tus palabras en mis oídos.
Se fueron los
truenos y se fueron las nubes y el cielo repintó su gris intenso, con
pinceladas de un amarillo dorado.
Con tu
guitarra en la mano, compusiste el sonido de un viento cálido y con tu mundo al
alcance, me transformaste.
Y yo te
digo: Te queda linda la mañana, enredado en mi almohada; te queda hermosa la
sonrisa, las ganas de hacer, las ganas de ser; te van los ojos brillantes, que se
lucen observando; te combina ese pecho saliente y esa espalda erguida, con la
visión infinita y las ideas radiantes.
Sos como el sol.
El sol que todo lo inspira, todo lo abriga, todo lo preserva. Sin sol,
desaparecen las posibilidades. Y vos, vos sos todas las opciones, sos el sol
más luminoso. Sos mi compañero de atardeceres, de horizontes, de cielos
anaranjados.