La casa de las palabras este fin de semana sufrió algunos cambios.
Los muebles se revolucionaron y con un poquito de bebida con alcohol dentro de sus vasos, se marearon y cambiaron de lugar. Ahora está todo en otro sitio, parece otra casa, la habitan otras personas...
Está bueno así. Es diferente.
La biblioteca se luce tantísimo más que antes y los sillones intercambiaron sus roles.
Hay un tocadisco que hace sonar viejos disco de vinilo que salpican de nostalgia la sala.
Igualmente, siguen ahí los viejos frascos con ansiosas palabras para ser usadas y la mesa ofreciendo, constante e invariablemente, todos los colores.
1 comentario:
Lindo post ;)
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