Y de un día para el otro,
la rosa azul cielo empezó a perder los pétalos,
pétalos de tinta china.
Quedaba uno.
Se sostenía con la fuerza de un tanque.
Lo sostenían miles de manos del mundo entero.
Vino un viento de otoño y lo derribó.
Un viento tan fuerte, que perforó los oídos.
Pero no tanto como para borrar la memoria.
1 comentario:
adiós querido benedetti
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