Estábamos a media noche caminando en campo abierto. Me dijo que cerrara los ojos y me tomó de las dos manos. Me pidió que camine sin abrirlos siquiera un poco, advirtiéndome que él me guiaría, llevándome de las manos. Caminé más o menos diez metros sintiendo solamente sus manos y el suelo. Se detuvo, abrí los ojos. Entonces me dijo:
-Acabás de confiar en mí plenamente. Y me besó en los labios.
Efectivamente, me había sentido bien y había confiado en él en ese momento sin pensar en nada más, y eso, me había gustado.
Luego nos dirigimos a las cabañas. Quiso entrar en la mía y yo no lo dejé. Le sonreí y le besé la palma de su mano izquierda mientras le sujetaba con fuerza la otra mano.
Él me acercó hacia su cuerpo y volvió a besarme en los labios. Me tomó de la cintura, me sonrió y me dijo:
- Dale…
Yo también sonreí. Entré, sola. Me recosté en la cama y pude verme reflejada en el vidrio de la ventana y noté en mi expresión un guiño de satisfacción.