No se sobrestima la urgencia, acaso?
Es urgente, tiene que ser ya, no puedo esperar ni un segundo, apurate que se agotan, corré que no llegás, apremian las horas, nos come el león, tengo que decidirlo en este instante, terminarlo YA.
No te distraigas con nada en el camino, le dijo su mamá a Caperucita.
Hay que transitar la escolaridad sin repetir y sin soplar, sino estás fuera de lugar; hay que decidir inmediatamente que hacer el resto de tu vida, recibirse a los 24 años, casarse a los 27 y tener hijos antes de los treinta.
No perder el tiempo probando cosas diferentes porque se te pasa el tren.
Hacer un viaje a Europa y recorrer 18 ciudades en 15 días.
Tomar el café rápido aunque esté que pela y pagar antes del último sorbo.
Y mientras tanto qué pasa? No nos estamos perdiendo demasiadas cosas por andar tan urgidos por la vida? No olvidamos de disfrutar de formas y colores circulando tan rápidamente?
No hay como tomarse un rato de una tarde cualquiera para perder el tiempo con alguien con quién la pasas genial…
Lo único que resulta de la urgencia en mí, es mi escritura. Mi necesidad de contar y de decir. Esa es mi urgencia. Comunicarme con el mundo a mi manera, aunque tal vez sea de un modo un poco desmañada y habitualmente, me tome mi tiempo.
Así de sencillo, soy, nada más, lo que ves (pero no te apresures al mirarme, hacelo detalladamente).