La resaca le gana a la mañana y el dolor de cabeza es extraordinario, fuera de lo común. Siento al mismísimo cerebro pidiendo auxilio dentro de mi cráneo. El delineador de anoche, corrido a las anchas de mis párpados y el flequillo revoloteado, son indicios ineludibles de una mala noche. Conversaciones a la madrugada conmigo misma y con el pasado. Sospecho que la lucidez está perdiendo terreno, para de a poco, ir abriéndole cancha al error. La inspiración, lejos de nacer de la amargura, se esconde por entre las sábanas. Y me doy cuenta, que el vino tinto, tiñó definitivamente mis expectativas. Que hoy en lugar de ser verdes como la esperanza o llenas de luz como la ilusión, son moradas. Moradas como el vino tinto.
6 comentarios:
A veces las expectativas, para poder subsistir, tienen que ponerse un poquito moradas.
Un saludo.
La lucidez y la inspiración: necesarias pero no siempre compatibles. No siempre.
A veces un trago calma la sed, y el color morado hasta puede pasar desapercibido para dar el tiempo necesario. Creo yo! jaja.
Saludos!
amanezco
en la paz de mis paredes
pasos de mañana entre la cama y la lluvia
tu música suena
el color del vino me encanta
odio el sabor amargo
y la inspiración llega cuando se le da la gana
wow, me gustó tanto que sólo voy a decir eso, así no vuelvo la copa cua! jaja! grosa!
(era vuelco la copa... y al final sí lo hice!)
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